Neuman: «Hacer música de verdad es una sensación… un poco extraña»

Truffaut le preguntó a Hitchcock, hablando sobre su película «Vértigo», si sueña mucho. El cineasta respondió: ‘Sí, pero mis sueños son muy razonables’. Por tanto, sabiendo lo mucho que te gusta Hitchcock [el segundo álbum de la banda se titula «The Family Plot», al igual que la última película que dirigió el británico en 1976, titulada en España «La trama»], me parece imprescindible preguntarte si sueñas mucho.

Mucho, pero más que sueños son pesadillas.

Entonces ya no te pregunto si son razonables.

El 90% son pesadillas. Más en los últimos años, y no sé por qué. Supongo que todo va cambiando.

Titular de Ken Stringfellow en 2021, en entrevista con Nando Cruz para El Periódico de Catalunya [Neuman y el estadounidense tienen varios temas juntos]: ‘Mi reto es actuar cada año en un país nuevo. Llevo 96’. ¿Cuáles son los retos y los sueños profesionales, a día de hoy, de quien ha escrito tanta y tan valorada música?

Mi sueño es seguir teniendo como tengo varios proyectos en mente, y seguir haciendo canciones para Neuman. Y tengo previsto ir a Seattle en unos meses a grabar un disco folk-country. Y seguir presentando «Waterhole» por toda España, aparte del nuevo single que acabamos de sacar.

¿En qué estudio de Seattle vas a grabar?

Precisamente en el que tiene allí Stringfellow.

Me gusta preguntarlo siempre: según tu visión, ¿qué hay de nuevo y que hay de siempre en el último disco de Neuman?

Mucho de siempre y poco de nuevo. Seguimos con la misma forma de hacer las cosas, en analógico, nada digital, que las primeras tomas sean las que valgan y nada de repetir cincuenta veces ni copiar-pegar. Nada de lo que se hace ahora. Sentimiento y feeling puro, inmediatez, sin darle demasiadas vueltas, que sea todo de corazón y con amor. Si no, no tiene sentido hacerlo.

Pero no hasta el punto de grabar en directo.

No, está grabado por pistas, pero con esa intención. Grabar música ya de por sí ralentiza el proceso. No hace falta lo habitual hoy día, ‘lo grabo y ya luego lo arreglo’. O grabas bien o luego tendrás que peregrinar a Lourdes.

Siempre lo pregunto, y curiosamente no es habitual hacerlo: el por qué del título, por qué esa canción que cierra el disco, y el por qué de la portada.

«Waterhole» es una canción que habla de mis últimos cinco o seis años. Grabé en mi finca, en mi estudio, y para acceder tienes que pasar por un waterhole, un pozo de agua interminable por un río que pasa por debajo. Junto con la mesa de mezclas, es el centro neurálgico de la casa. Eso cuento en la canción: que quiero vivir en mi granja con mis amigos, mi amor y mi pozo de agua. Lo veo como algo vivo, y por eso es emblemático en la finca.

¿Y la portada?

Es circunstancial. Nunca le he dado demasiada importancia. Últimamente siempre salgo yo, en fotos que siempre realiza Iván Pujol. Viene conmigo desde hace muchísimos años y me conoce perfectamente. Quién mejor que una persona que te quiere, te admira y sabe cómo eres. Por ejemplo en «Cashpad», donde salgo sujetando un laurel, en doble vinilo ya que el disco dura cincuenta y pico minutos porque las canciones son muy largas, y por esos pocos minutos no cabía solo en uno. Cuando lo abres es cuando ves la foto entera. Las portadas no tienen mucho más. A veces se me ve a mí y a veces al resto de la banda.

Precisamente, cuando la colaboración con un artista gráfico es longeva, suele ir variando o evolucionando al igual que con los músicos. ¿Cómo es la vuestra a día de hoy? ¿Le enseñas la música, le cuentas qué quieres que cuente o sugiera la fotografía?

La portada siempre la diseño yo. Siempre aporto esa idea. A partir de ahí se insertan las fotos buscando una atmósfera. Por ejemplo la que aportan las polaroids en el mismo «Crashpad». Me gusta mucho la fotografía analógica, y es perfecto porque Iván no trabaja con fotografía digital. Aporta ese mismo aura que la música, esa inmediatez, ese «ha salido como ha salido». Sin decoración ni efectos. De hecho, quitamos todas las letras porque quería ocupar el máximo espacio posible con fotos. Teníamos mucho material, pero con «Waterhole» no. Comenzamos a grabar en pandemia, y por motivos obvios Iván no pudo estar en la grabación. Tuvimos que resolver con rapidez, junto a la gente de Subterfuge lo maquetaron todo, que es una parte en la que yo ya no entro. También me gusta mucho incluir elementos hechos a mano, que hago todos yo. «The Family Plot» está hecho entero a mano. Me gusta aportar para conseguir esos resultados genuinos a nivel artístico, porque tengo claro que mi ámbito no es el diseño gráfico sino la música.

Neuman tiene una identidad musical muy potente y reconocible prácticamente al instante. Eso no ha variado, pero sí el público. ¿Eso se nota desde el escenario? Vosotros sois pura emoción, es decir, buscáis la conexión y la comunicación máxima con el público. ¿Cuesta más hoy día? Por ejemplo, se puede decir sin ambages que una parte muy significativa de quienes van a un festival lo hacen por pura vanagloria: para poder decir que han estado de festival. A menudo hablas con amigos así y te confiesan que mayormente no saben ni quién toca.

Los festivales funcionan así. Ya desde el principio porque estás al aire libre y con muchos estímulos alrededor. Lamentablemente, lo musical se ha desvirtuado y prostituido mucho. En parte porque la misma música está prostituida desde hace muchos años. De todas formas, a Neuman nos ha ido siempre muy bien. Seguimos haciendo lo que sentimos. Como dices, que se note que es Neuman desde el minuto uno. Hacemos arte, no música para olvidar. Hacemos música para enamorar y para que la gente ame el arte. Para que vean a tres chicos haciendo música para emocionar. En los festivales también te encuentras a seguidores acérrimos, pero al mismo tiempo es penoso ver a tanta gente que no tiene curiosidad.

Porque quien sigue y se goza a Neuman lo hará tanto en un club oscuro y mucho más pequeño, como en un gran festival al aire libre. Por tanto si hay que focalizar el problema, está tanto en lo que ofrecen los festivales como en la manera actual mayoritaria de consumir música: rasante, casi frívola, y destinada principalmente a la propia vanagloria y autocomplacencia.

Así son las cosas y así se lo hemos contado. Estos días tenemos una huelga de transporte y es porque nos lo hemos buscado. Lo mismo en la música: estamos en una época con aspectos desagradables e incluso inaudibles. Lo siento por la gente que está ahí arriba, pero es que yo también puedo sentir que estoy ahí arriba porque hago arte, hago lo que me da la gana, y porque percibo que hay gente que me alaba por ello. Lo cual te hace sentir muy, muy excepcional. Me uno a lo que dicen muchos artistas, grandes, reconocidos y con caché: hacer música digamos de verdad es una sensación… [piensa] un poco extraña. Dejémoslo así.

Siempre me ha llamado la atención que con la exigencia descomunal que transmite vuestra música en la búsqueda, composición y artisticidad, con el vasto trabajo posterior en estudio, en los arreglos, producción y personalidad, al final… no sois más que un power trio.

[ríe] Sí, somos un power trio que hace las labores de cinco o seis personas.

Exactamente. Os he visto unas cuantas veces, y recuerdo haber pensado alguna vez ‘no me extrañaría encontrarme hoy con seis tíos en el escenario’. Pero no. No sois más que un power trio.

Eso es muy bonito. Congregar a tres personas es muy difícil, imagina a seis. Y que sea por algo tan vocacional como es la música. Lo llevas dentro. Y si congregas a seis siempre habrá alguien que tenga el cumpleaños de la novia. En Neuman siempre hemos querido sentirnos libres, pero al mismo tiempo ser solo tres hace que la unión sea mucho más fuerte y más bonita.

La crítica especializada, que aún queda, ha recibido vuestro último single con encendidas loas. Sigue el subidón: «Waterhole» fue recibido con unánimes e incandescentes elogios. Hay quien ha escrito que es un disco ‘que marca una época’.

Con todo el respeto, cariño y absoluta sinceridad del mundo, si me dan a elegir entre recibir un millón de euros de royalties o que me digan que hemos hecho el disco de la época, me quedo con lo último.